jueves, 22 de abril de 2010

Era Zombie

Si la historia se registrara con parámetros distintos al cómputo de fechas, conflictos bélicos, posiciones políticas o ideológicas; si en lugar de los parámetros habituales la historia se basará en los demonios que la sociedad humana ha creado como reflejo de ella misma, ya no sólo de sus miedos, sino también de sus problemas, seguramente los libros de historia serían unos bestiarios curiosos. Los índices se compondrían de los nombres de los monstruos tanto míticos como modernos según los espíritus de la época. Así pues, el siglo XIX podría denominarse, de acuerdo con la perspectiva de acercamiento, la era Frankenstein o Drácula. El primero por el rechazo a la trangresión de la ciencia, la tecnología e industria en la sociedad, mientras que el segundo representaría la aceptación de la moderna democracia frente a la vieja aristocracia que atenta al nuevo Occidente europeo. Eso fue en el XIX, pero desde el siglo XX ha entrado en escena dos espíritus demoníacos totalmente nuevos: el consumo y las masas. Y bajo estos signos maléficos invoco a la figura del zombi como representante de estos tiempos, un nuevo capitulo en los bestiarios de nuestra historia.
El zombi, de la religión vudú a las salas de cine, literatura y videojuegos, manifiesta uno de los tantos espíritus que atraviesan los tiempos actuales. Sólo hay que dar una mirada a las películas de zombis y a nosotros mismos: las coincidencias saltarán rápidamente como los chorros de sangre y pedazos de carne que aparecen en las películas de George A. Romero.
Vivimos en una sociedad de masas y de consumo: el zombi se mueve en grupos masivos y consume indiscriminadamente, deja ciudades desoladas a su paso. En la era zombi el cine, el centro comercial, la iglesia, la escuela, el trabajo, el metro, el bar y antro, entre otros, son masivos, es más, en estos lugares la gramática no es singular sino plural. Se consume sin saciedad no sólo comida sino también arte, ropa, alcohol, fiestas, tiempo, espacio, información, recursos naturales y, al final, de tanto consumo llegamos a la crisis energética y del medio ambiente.
Por otra parte el zombi no es un ser racional, aparte de su violento impulso descontrolado por comer, se mueve torpemente e incapaz de hacer uso del diálogo, todo lo resuelve con brutalidad extrema: matar uno por uno es fácil pero ¡ay de quien se enfrente a un grupo de estos hiperfagos! No posee el estilo y seducción de un vampiro aristócrata, más bien posee el desarreglo y la furia de la muchedumbre como en una protesta en el D.F. o de cualquier ciudad con más de mil habitantes. No le importa nada que no sea sólo comer y después de esto comer más. Y en el fondo de todo esto nace la pregunta acerca de su origen, quién mueve al zombi en su brutal existencia por consumir. En un principio era un hechicero que con sus poderes sobrenaturales era responsable de los muertos-vivientes, pasado al cine y videojuegos varió su origen: desechos radioactivos, drogas experimentales, virus, que en el último de los casos o eran propiedad gubernamental o de una empresa multinacional que rebasaba a las propias autoridades gubernamentales, ¿Suena familiar?
Así que, si están en una tienda, el cine, un restaurante o la calle y de pronto ven una masa informe en un lento balanceo decidido a conseguir lo que desea, y el miedo es tanto que quieren escapar a esa mar de cuerpos, mejor sigan disfrutando de sus actividades, quizás sólo vieron su reflejo y el de otros en un escaparate de un centro comercial. Pero hasta aquí de tanto debraye zombi, mejor me voy por unos tacos de sesos y una Victoria bien muerta.

1 comentario:

Imagen y Ficción dijo...

Ese Esdras, mijo te invito a mi blog, para que veas las buenas cosas de la vida!